LOS IRRESPONSABLES DE ESTE BLOG:

Santi, Silvia y Lichu

sábado, 23 de diciembre de 2006

Basta de perros con pulgas

Aquí te dejo una receta casera y ecológica para eliminar las pulgas de tu mascota.
Sabés que los pulguicidas son órganofosforados, bastante tóxicos y además caros.
La efectividad es realmente muy buena, y tu animalito estará muy agradecido.

MATERIALES
. bol
. cáscara de una naranja
. licuadora
. agua
. cacerola


1. Pedile a un adulto que procese la cáscara de naranja en una licuadora o procesadora.
2. Agregá alrededor de 1 taza de agua a la cáscara y mezclá.
3. Colocá la mezcla en una pequeña cacerola. Ponelo sobre el fuego hasta que hierva. Bajá la llama y cociná durante 5 minutos.
4. Cuando la pulpa se haya enfriado, frotá algo de este líquido en la piel de tu perrito o mascota.

Por supuesto, que si el animal está muy infestado, te recomiendo antes un producto comercial y luego mantenerlo con este repelente casero antipulgas.

viernes, 22 de diciembre de 2006

LA TABLA DEL NUEVE, CON LOS DEDOS

Un truco útil, por si te olvidás la tabla del nueve:
Supongamos, que olvidaste cuánto es 9 x 7.
Levantá los diez dedos y bajá el séptimo.
Quedan 6 dedos a la izquierda y 3 dedos a la derecha.
¡LA RESPUESTA ES 63!

Quién te puede retar con este machete incorporado a tu cuerpo???

domingo, 10 de diciembre de 2006

COMO SE DICE...

Pelo sucio en japonés:
Chin cham pú.


Muy deprimido, en japonés:
Tokofondo.


Pobre,muy pobre, en chino:
Chin lu-chin agua-chin naa.


Detective, en guaraní:
Averiguaré.


Trueno, en alemán:
Nubescrujen.


Náufrago, en chino:
Chin-chu-lancha.


Espejo, en japonés:
Akí-toy-yo.


Cementerio, en congolés:
Quanta-tumba.


Bomba desactivada, en chino:
Cachi-pum.


Pistola, en árabe:
Alláh va la bala.


Seco de vientre, en japonés:
Poka-kaka.

SI NO LO SABES, TE LO CUENTO


Te cuento por qué los canguros se llaman así:
Cuando llegaron los primeros ingleses a Australia, preguntaron a los nativos cómo se llamaban esos extraños animales saltarines, ya que ellos no los habían visto nunca antes.
Los nativos repetían contínuamente: "kan ghu ru", y así quedó "canguro" o "kangaroo" en inglés.
Pero, resulta que "kan ghu ru" en el idioma de los nativos australianos quiere decir:
"NO LE ENTIENDO".

Loco, no?

CONSEJITO

Ante un golpe que inminentemente dará lugar a un chichón o un hematoma, no sólo aplicar hielo, sino también manteca, lo antes posible.
Se evitará la aparición de estas lesiones, y además revierte el dolor en el acto.
ESO SI: NO APLICAR MANTECA EN QUEMADURAS, ya que podrías infectarlas, ya que no es estéril.


NUNCA DEBE FALTAR UN PAN DE MANTECA EN NINGUNA CASA O ESCUELA.!!!

sábado, 9 de diciembre de 2006

EL HOMBRE QUE CALCULABA.. (capítulo 3)

Extraído de: El Hombre que Calculaba, de Malba Tahan

Desde la ciudad de “Samarra”, a orillas del Tigris, van a camello el calculista BEREMIZ SAMIR y un joven bagdalí camino de Bagdad, para visitar al califa “Al-Motacén”. En un oasis asisten a la discusión de tres beduinos sobre el reparto de una herencia, ya que no se ponían de acuerdo.

Beremiz se interesó por el problema y preguntó acerca de él. Mustafá, uno de ellos habló así:

“Somos tres hermanos y nuestro padre nos ha dejado en herencia 35 camellos y la siguiente condición de reparto: Para mí, que soy el mayor serán la mitad,
para mi hermano mediano, Hamet, la tercera parte
para Harim, el pequeño, sólo la novena parte.
En nombre de Allah, los tres aceptamos la venerable voluntad de nuestro padre! El problema es que no nos sale bien el reparto. Siguió explicándose así:
Si hacemos dos montones iguales, a mí me corresponden 17 camellos y sobra 1.
Si hacemos tres montones iguales con los 35 camellos, a Hamet le corresponden 11 camellos y sobran 2.
Si hacemos nueve montones iguales, a mi muy amado y pequeño Harim, le corresponden 3 camellos y sobran 8.
Es decir, a mí me corresponden más de 17 camellos, pero menos de 18.
A Hamet, más de 11 pero menos de 12.
A Harim más de 3 pero menos de 4.



Pensando el calculista Beremiz dijo: ¡ Allah sea loado! Os daré la solución.

Pidió al joven bagdalí su camello (que no se lo quería dejar) y uniéndolo a la cáfila dijo así ”Voy a hacer la división justa y exacta de los camellos de la cáfila que como veis, ahora son 36 camellos al nosotros juntar el nuestro. (El joven bagdali penso que se iba a quedar sin su camello).

Tú, Mustafá, recibirás la mitad de 36 camellos, es decir 18.
Para Hamet será la tercera parte de 36, que es justo 12.
Tú, pequeño Harim, recibirás la novena parte de 36, es decir 4 camellos.

Todos habéis ganado con mi reparto, ya que sabéis que teníais que haber recibido algo más de 17, de 11 y de 3 respectivamente.

Sigue Beremiz:
“ 18 + 12 + 4 = 34.
De la cáfila de 36 camellos sobran 2.
Uno, como sabéis es para mi joven amigo el bagdalí, que nos lo dejó para hacer el reparto.
El otro que sobra es justo que me corresponda por haber resuelto ventajosamente para vosotros, el complicado problema de la herencia.

Reunidos aparte los tres hermanos mostraron su satisfacción y Mustafá, en nombre de los tres dijo: “ Eres inteligente, extranjero, aceptamos tu reparto hecho con justicia y equidad. Toma el camello que quieras” . Y asi resolvio un problema complicado para otros y que el con ingenio y sabiduria pudo subsanar.

CHISTES TONTOS PARA CHICOS VIVOS


¿Cuál es el esposo de una ballena?
El colectivo (porque va lleno):


Viene un chico y le dice a otro chico:
-Yo tengo un perro que dice papá y mamá.
-¿Y qué? Yo tengo una lata que dice arvejas.


Aviso Clasificado:
Pinto casas y voy a domicilio.


La mamá pulpo le dijo a su hijito:
-Tomáte de mi mano, de mi mano, de mi mano, de mi mano...


¿Cuál es el personaje más tranquilo de la época colonial?
El sereno.


Chiste Gaucho:
-Oiga, don Zoilo, ¿le puso silla al caballo?
Sí, pero no se quiere sentar!!!

COMO HACER UN CALEIDOSCOPIO

¿Tenés ganas de ver formas y colores que te den vuelta la cabeza? ¿Y que esas formas increíbles sean tu propia creación?

Aquí te propongo que construyas tu propio caleidoscopio. Y lo más importante: las formas y los colores que veas van a depender de lo que se te ocurra inventar. ¿Empezamos?


Cómo hacerlo:


Tomá los espejos y colocalos uno al lado del otro mirando hacia abajo, dejando un espacio pequeño entre ellos.


Pasales dos tiras de cinta adhesiva como indica la figura, con el pegamento hacia abajo.
Dalos vuelta.


Tomá los espejos de los extremos y movelos hacia arriba de manera que te queden formado un triángulo, con la parte espejada hacia adentro.
Colocá el triángulo de espejos dentro del tubo de cartón.



Ubicá uno de los vidrios circulares en uno de los extremos del tubo.



Ahora, tomá una de las tapas de cartón y hacele un agujerito en el centro de 1 cm de diámetro. Colocala sobre el vidrio y pegala con un poco de adhesivo vinílico. Por ese agujerito veremos lo que sucede dentro del caleidoscopio.


Por el otro extremo del tubo poné otro vidrio circular, y sobre él algunas cuentas y pedacitos de plástico de colores. No pongas demasiadas, así pueden mover libremente y hacer el mayor número de formas posibles al girar.

Encima de las cuentas de colores colocá el el último vidrio que te quedaba, y arriba el papel manteca o de calcar.




Para terminar, te falta ponerle la otra tapa de cartón. Pero antes, hacele un agujero un poco más grande que el de la primera tapa. Por este lado del caleidoscopio entrará la luz.

¡Y ahora, el toque artístico!

Pintá el caleidoscopio con adhesivo vinílico y pegale el papel de colores intentando que no quede arrugado.¡Queda bueno!, no?



¿Listo? Ya podés usar tu súper caleidoscopio. Mirá por el lado del agujero más pequeño y apuntá el otro lado hacia la luz (una ventana o una lámpara servirán muy bien) mientras lo hacés girar.

¿Qué ves? ¿Es siempre igual? Giralo y giralo, ¡vas a ver que no te aburrís nunca!

martes, 5 de diciembre de 2006

Donde los derechos del niño Pirulo chocan con los de la rana Aurelia



A Pirulo le gusta ir a la casa de su abuela porque en el jardín hay un estanque y el estanque está lleno de ranas.
Además le gusta ir por otras razones. Porque su abuela nunca le pone pasas de uva a la comida.
Y para él, que lo obliguen a comer pasas de uva es una violación al artículo 37 de los Derechos del Niño que prohíbe los tratos inhumanos.
Porque su abuela no le impide juntarse con los chicos de la ferretería para reventar petardos, de modo que goza de libertad para celebrar reuniones pacíficas, como estipula el artículo 15.
Porque su abuela no le hace cortar el pasto del jardín, lo que sería una forma de explotación, prohibida por el artículo 32.
Porque su abuela jamás lo lleva de visita a la casa de su prima. Según Pirulo, que lo lleven de prepo a la casa de su prima viola el artículo 11, que prohíbe la retención ilícita de un niño fuera de su domicilio.
Porque su abuela nunca limpia la pieza donde él duerme, así que no invade ilegalmente su vida privada. Artículo 16.
Porque su abuela jamás atenta contra su libertad de expresión oral o escrita –artículo 13–, de manera que puede decir todo lo que piensa sobre su maestra Silvina sin que su abuela se enoje.
Para hacerla corta: en casa de su abuela él es una persona respetada.
Pero lo que más le gusta es el estanque de ranas del jardín.
Ahora mismo, amparado por el artículo 31, se dispone a gozar de una actividad recreativa apropiada para su edad: va a cazar ranas.
Prepara la carnada de salchicha, agarra la linterna y la bolsa de arpillera. Es de noche. En verano las ranas se cazan de noche. Su abuela duerme.
Con mucha mala suerte, la primera rana que saca del estanque es Aurelia.
–¡Un momento! –le dice Aurelia– ¿Qué estás haciendo?
–Cazo ranas.
–Lo siento, pero los animales tenemos derecho a la existencia.
–¿Eso quién lo dice?
–El artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos del Animal proclamada en París en 1978.
–¿Eso vale en la Argentina?
–Sí, vale.
–Pero yo tengo derecho a las actividades recreativas apropiadas para mi edad y en este instante mi actividad recreativa consiste en cazar ranas.
Aurelia se impacienta.
–Y yo te recuerdo que tenés que respetar nuestra longevidad natural. Así que te vas a quedar sin comer ranas.
Pirulo levanta la voz.
–¡Yo no las como! ¡No me gustan! ¡Se las va a comer mi abuela!
–¡Entonces peor! ¡Vos las cazás sólo para divertirte! ¿Con qué derecho? ¿Te gustaría que te cazaran por diversión?
–¡No es lo mismo! ¡Yo soy una persona!
–¡Vos sos un animal de otra especie, y punto!
En el estanque se armó una batahola. Todas las ranas croaban y saltaban. Pirulo reculó un poco, pero su indignación era grande.
–¡No me voy de acá sin ranas!
–¡Antes pasarás sobre mi cadáver!
En ese momento se abrió la ventana del dormitorio de la abuela. Era ella, asomada, con los pelos parados y una batería de chancletas en la mano.
–¿SE VAN A DEJAR DE ROMPER DE UNA BUENA VEZ? ¿SABEN QUÉ HORA ES? ¿CONOCEN EL ARTÍCULO 11 DE LOS PRINCIPIOS EN FAVOR DE LAS PERSONAS DE EDAD? ¿SABEN QUE TENGO DERECHO AL BIENESTAR FÍSICO, MENTAL Y EMOCIONAL? ¿Y QUE PARA ESO NECESITO DORMIR? ¿LES ENTRA EN LA CABEZA? ¡DORMIIIIIIIIR! ¡DORMIIIIIIIR!
Con la primera chancleta no acertó. Con las otras sí.
Pirulo estaba muy confundido. Aurelia también. Se miraron.
–Eso fue una agresión por parte de la abuela.
–Injusta me parece a mí.
–Pará, ¿dónde podemos aclarar todo esto?
–En las Naciones Unidas.
–Vamos.

Cuento de Ema Wolf

MENSAJES EN TINTA INVISIBLE

Querés enviar un mensaje a un amigo, sin que nadie más que él pueda leerlo?
Sólo tenés que escribir un mensaje en un papel con jugo de limón. Podés hacerlo con un pincelito o con un plumín de los antiguos.
Cuando esté seco, nadie podrá leer nada. Seguirá siendo un simple papel en blanco.
Tu amigo deberá acercar el papel a la llama de una vela, por supuesto evitando que el papel se queme.
Allí aparecerá la escritura en un color marrón sepia.

AMIGOS INVISIBLES (Salud en poesía)



Juancito estaba feliz
en la plaza había jugado,
comió muchos caramelos
y estaba muy transpirado.

Como estaba tan cansado,
muy dormido el quedó
y para no molestarlo
su mamá no lo bañó.

Tan plácido era su sueño!!!
ni siquiera imaginaba
que un ejército dañino
a atacar se preparaba.

Eran virus y bacterias,
grandes males propagaban!
Armados hasta los dientes
iniciaron su avanzada.

Estos gérmenes entraron
por su boca y su nariz
pero aquí había pelitos
y actuando cual portoncito
echaron muchos de allí.

Al cerrarse ese portón,
comenzó la alerta roja...
ATENTOS!!! VIENE EL MALON
PREPAREMOS NUESTRA TROPA!!!

CAMARADAS SOLDADITOS
YA NO HAY TIEMPO QUE PERDER!
JUANCITO HA SIDO ATACADO
LO DEBEMOS DEFENDER!!!!!

A LA CARGA GLOBULITOS
TODOS PARA UNO
Y UNO PARA TODOS!!!!

El ejército de los buenos
(las defensas de Juancito)
tiene muchas divisiones,
cada cual con sus funciones,
y se llaman GLOBULITOS.

El neutrófilo es chiquito,
sin embargo muy valiente.
Cuando caza a un enemigo
lo mastica con sus dientes.

El primero en ir al frente
como peón del ajedrez.
Al encuentro con la muerte
se transforma en pus. Lo ves?

Otros son los linfocitos,
sus nombres son B y T.
Los B lanzan sus toxinas
a las bacterias dañinas.
Los T no andan con vueltas,
si las caza las revienta a toda velocidad.

También hay en este grupo
un fotógrafo genial,
bicho que tenga prontuario
no entra nunca jamás.

También viaja por la sangre
para ayudar a Juancito
una célula muy gorda
que se llama monocito.

Tan glotona es esta amiga
que se las come de a cien!!
devorando, masticando,
nunca para de comer.

En el campo de batalla
siempre hace mucho calor.
Ahora Juan tiene fiebre,
Su mami llama al doctor.

Todo esto está ocurriendo
en la sangre de Juancito,
en sus arterias y venas
que son como unos tubitos.

Cuando la lucha es muy brava
hay más campos de batalla,
son los ganglios, (las bolitas)
que en el cuello se te inflaman.

Ya ha perdido el enemigo,
los soldaditos descansan,
las bacterias se han rendido,
pero con esto no alcanza.

Si los soldaditos no pueden
solos contra el enemigo
tal vez un buen antibiótico
ayudará a los amigos.

Cómo nos adelantamos
Y los microbios no vengan?
Lavate siempre las manos
sobre todo al ir a la mesa.

Grandes aliados nuestros
son el agua y el jabón,
al enjuagar bien tus manos
los virus dicen adios!!

No te olvides de las uñas
ya que si no las cepillas
quedan allí las bacterias
Que te pillan, que te pillan!!!

Alimenta bien tu cuerpo
con comidas muy sanitas,
muy poco de golosinas,
mucha fruta y verdurita.

Estos frescos alimentos
nos regalan vitaminas.
Nos refuerzan desde adentro
nos reparan las heridas...

Jamás olvides la leche
Come quesos o yoghurts
te lo pide tu esqueleto.
CALCIO,CALCIO!! dame tú.

Siempre debes vacunarte
pues esto ayudará
a que las enfermedades
no ataquen nunca jamás.

Silvia Macario

EL LAPIZ PLATEADO




A Matías le encantaba jugar a la pelota. Era lo que más le gustaba hacer en la vida. Su mamá lo dejaba jugar en la puerta con sus amigos Joaquín y Enrique, pero sólo cuando se portaba requetebién.
Una tarde en que Matu se había portado más que requetebién, la mamá lo dejó salir a jugar un rato. Pero ni Joaquín ni Enrique habían terminado la tarea, y sus mamás no querían saber nada con la pelota. Fue así que, a pesar de haberse portado más que requetebién, Matías se aburrió como una marioneta abandonada.
Sentado en el escalón de la entrada, veía pasar la gente, los autos, las bicis, los chicos... y la tarde.
Ya casi era hora de entrar a tomar la leche cuando pasó un chico alto, flaco, flaquísimo. Tan flaco que sus piernas parecían enredarse al caminar. Tenía pelo naranja todo alborotado, y unos anteojitos redondos y verdes. Debajo del brazo llevaba algunas carpetas y libros.
—Se ve —pensó Mati— que es uno de esos chicos grandes que ya van al secundario.
Cuando el flaquito colorado estaba en la esquina esperando la luz verde para cruzar, metió la mano en el bolsillo de atrás del pantalón, como buscando alguna moneda para viajar y, al sacarla, voló de ahí un lápiz tan largo y tan flaco como él. A Matu le dio mucha gracia ver cómo saltó el lapicito, que dio vueltas y vueltas hasta que llegó al piso y se partió. El muchacho lo miró, vio que se había roto y siguió de largo, dejándolo en la vereda.
Entonces Matu se acercó a él (al lápiz, no al muchacho flaquito) y agarró la parte donde había quedado la punta (rota, pero punta al fin). ¡Era taaaan lindo! Matu nunca antes había visto un lápiz así: todo negro y con unas hermosas víboras plateadas que daban vueltas y vueltas a su alrededor.
Concentrado en estos pensamientos estaba Mati cuando oyó la voz de su mamá que lo llamaba a tomar la leche. Volvió a mirar el pedazo de lápiz que tenía en su mano, se lo metió en el bolsillo y corrió a merendar: el encuentro del lápiz plateado sería su gran secreto. Sobre todo porque mamá siempre le decía que no recogiera cosas del piso.
Después de la leche, Matu lo limpió, le sacó una punta muy filosa y lo guardó en su cartuchera del cole.
Al día siguiente, Matu estaba ya a punto de salir para el colegio cuando le dijo a su mamá:
—Esperá, má, que me parece que me olvidé de algo.
Fue corriendo a su cuarto, abrió la mochila, abrió la cartuchera y comprobó que el lápiz plateado siguiera allí. Entonces sí, se fue rumbo al cole, dispuesto a estrenar ahí semejante joya.
—¡Va a ser la envidia de todos mis amigos!— pensaba mientras caminaba de la mano de su mamá.
Matu se sentaba al lado de Germán. Después de que Fernanda, la maestra, saludó a todos y les dijo que sacaran los útiles, llegó el mejor momento: Mati abrió su cartuchera y le mostró a Germi su tesoro: ¡el lápiz plateado! Germi quedó boquiabierto al ver semejante belleza.
—¿Me lo prestás? ¿Puedo probarlo? ¿Me dejás verlo de cerca? —le susurraba al oído.
—¡Pero no, Germi! ¿No ves que todavía no lo estrené yo? Después te lo presto —le contestó Matu, bien bajito para que Fernanda no escuchara. Claro que, de tanta charla, fueron ellos los que no escucharon lo que Fernanda había dicho:
—Saquen una hojita que vamos a hacer un dictadito.
Fer siempre hablaba así, achicando las cosas: cuadernito, pruebita. Parecerá tonto, pero Matu pensaba que de ese modo todo se volvía más fácil. Cuando Germi y Matu finalmente se enteraron del dictado, Matu decidió que era un buen momento para estrenar el lápiz.
Ahí empezaron los problemas.
Fernanda dijo:
—De título pongan “Dictado” —y Matías escribió “Maestra fea”. Matu no entendía bien qué era lo que pasaba, pero como Fernanda empezó a dictar, él no tuvo otro remedio que empezar a escribir. Lo que sigue, es el dictado que Fernanda les tomó:
“Ayer recibí la visita de un vecino. Su nombre es Sebastián. Jugamos un rato en el jardín. Después, como teníamos hambre, le pedimos a mamá que nos sirviera la leche. Estuvo todo muy rico, en especial la torta de chocolate que cocinó mamá sólo para nosotros.”
Y esto es lo que Matías (de la mano de su lápiz plateado) escribió:
“Hoy la maestra está más fea que nunca. Su nariz es una berenjena y sus ojos dos huevos fritos. Cuando habla, es como si cacareara. Pero las que cacarean son las gallinas y Fernanda es más horrible que una gallina.”
Cuando Matu terminó de escribir esto, no podía creer lo que leían sus ojos. Justo en ese momento tocó el timbre y Fer, dulce como siempre, pasó por todos los bancos para recoger las “hojitas de los dictaditos”.
—¿Qué te pasa, Mati? —preguntó cuando notó que él, en lugar de salir al recreo, se quedaba petrificado en su banco.
—Nnnada, nnnada, se-se-señorita —contestó Matu.
—En fin... —pensó Fer. Y se sentó en el escritorio a corregir los dictados mientras los chicos jugaban en el recreo.
Matu no dejaba de mirarla. Y Fernanda corregía y corregía. Hasta que de repente empezó a ponerse blanca... amarilla... roja... violeta... Levantó la cabeza y miró fijamente a Matías, que seguía sentado en su lugar. Se miraron fijamente por un rato, hasta que Fernanda gritó:
—¡Matías Ledesma! ¡Lo quiero parado al lado de mi escritorio ya mismo!
Fer estaba muuuuuuuuuuy enojada. De lo contrario, al menos habría dicho “escritorito”. Matu caminó despacio, más despacio que la última vez que entró en el consultorio del doctor para que le diera una inyección.
—¿Qué significa esto? —le preguntó Fernanda, con la cara todavía roja de furia.
Mati no sabía cómo explicar lo que había pasado. ¿Por dónde empezar? ¿Cómo hacer para que le creyera? ¿Cómo hacer para empezar a hablar (porque sentía que la voz no le salía de la garganta)? Mientras Matu pensaba todo esto, el tiempo pasaba y la cara de Fernanda se ponía más y más roja. Por un momento Matu pensó que iba a estallar. Cuando notó que podía decir alguna palabra, Matu tosió un poquito —ejem, ejem— y dijo:
—Yy-yy-yo-yo no tuve la cul-culpa, seño-señorita Fff-ffer. Fu-fu-fue el la-la-lápiz...
—¿Ah, sí? —gritó Fernanda—. Entonces prestame tu lápiz para escribirte un uno bien grande.
Matu casi no podía aguantar más las lágrimas. Pero como no le gustaba que lo vieran llorar en el cole y justo estaban entrando los chicos que volvían del recreo, aguantó y aguantó. Fue a su banco a buscar el lápiz y se lo llevó a Fernanda para que le pusiera ... para que le pusiera...¡el uno!
Fernanda agarró el lápiz y con toda la rabia del mundo escribió: “¡Te felicito! Tenés un 10.” Matías saltó de alegría. No lo podía creer. Y Fernanda tampoco lo podía creer. En ese momento entró Matilde, la señora directora. Todos los chicos se pararon y la saludaron:
—Bue-nos-dí-as-se-ño-ra-Ma-til-de.
—Buenos días, chicos —respondió ella, y se puso a charlar con Fernanda, que todavía estaba algo nerviosa. Fer le pidió a Matu que se fuera a su asiento y se quedó hablando con Matilde. En eso Matilde le entregó una hoja a Fer para que la completara con sus datos:
Nombre y apellido del maestro:
Domicilio del maestro:
Teléfono del maestro:
Número de documento del maestro:
Fernanda estaba tan distraída con todo lo que había pasado que ni se dio cuenta de que agarró el lápiz de Matías para completar el papel de Matilde. Y Matilde no podía creer lo que leían sus ojos:
Nombre y apellido del maestro: Matilde es una bruja.
Domicilio del maestro: Matilde tiene cara de hipopótamo.
Teléfono del maestro: Matilde tiene cola de rinoceronte.
Número de documento del maestro: Matilde habla como una cotorra.
Los chicos vieron que Matilde se iba poniendo blanca... amarilla... roja.... violeta... a medida que leía el papel de Fernanda. Y Fer estaba tan pálida y dura como había estado Mati un ratito atrás.
—¡Señorita Fernanda, la espero ya mismo en Dirección! —gritó Matilde. Y salió del aula echando fuego por la boca. Fernanda la siguió temblando, con el lápiz plateado en la mano. Matías no sabía dónde meterse. Se sentía muy mal de pensar que todo había sido culpa suya.
Una vez en Dirección, Fernanda no sabía cómo explicar lo que había pasado. ¿Por dónde empezar? ¿Cómo hacer para que le creyera? ¿Cómo hacer para empezar a hablar (porque sentía que la voz no le salía de la garganta)? Mientras Fer pensaba todo esto, el tiempo pasaba y la cara de Matilde se ponía cada vez más y más roja. Por un momento Fer pensó que estallaría. Cuando notó que podía decir alguna palabra, Fer tosió un poquito —ejem, ejem— y dijo:
—Yy-yy-yo-yo-no tuve la cul-culpa, seño-señora Mmma-Mmmatt-ttilde. Fu-fu-fue el la-la-lápiz.
—¡Ah, sí!— gritó Matilde. —Entonces présteme su lápiz para escribirle una suspensión bien grande.
Matilde agarró el lápiz y con toda la rabia del mundo escribió:
“Para la mejor maestra de la escuela, con todo el amor y la admiración de Matilde.”
Apenas había terminado cuando sonó el teléfono, y fue una suerte porque le dio a Fer la oportunidad de escaparse, antes de que Matilde se lo impidiera. Se fue entonces con la felicitación en la mano, nuevamente al aula donde los chicos la esperaban gritando y tirando tizas y avioncitos de papel.
Cuando colgó el tubo, Matilde se encontró otra vez sola, en la Dirección, sin saber bien qué pensar. Tenía el lápiz plateado en su mano derecha. Y lo observaba, y lo observaba... Y se quedó así hasta que llegó la hora de irse. Entonces lo guardó en el portafolios para seguir estudiándolo en su casa, donde tenía un microscopio muy poderoso.
Entró al subte y había tanta gente que viajó todo el tiempo parada y apretujada. Cuando llegó a su estación tuvo que hacerse lugar a los empujones para llegar a la puerta. Y fue ahí donde, sin que se diera cuenta, se cayó el lápiz plateado del portafolios.
A pesar de que pasó tanta gente sobre él, y algunos lo pisaron, seguía brillante e intacto cuando el papá de Matu bajó del subte, más o menos una hora después que Matilde, y lo encontró.
—¡Qué lindo lápiz plateado! —pensó—. Se lo voy a llevar a Mati de regalo. ¡Le va a encantar!
Cuando el papá llegó a casa, lo llamó a Matu y en secreto le dijo:
—Encontré este lápiz en el piso de la estación de subte y te lo traje de regalo. Eso sí: no le cuentes nada a mamá porque se va a enojar si se entera que te traje algo del piso. Ponelo en tu cartuchera así lo llevás al cole y te trae suerte en las pruebas de Fernanda...

Cuento de Andrea Zablotsky